Un evento que se desarrolla una vez al mes en la ciudad de Cali, fue el pretexto para informar y contar la historia de una tribu urbana, cuya principal característica es la adoración del anime.
Hay muchas palabras que aunque tienen mucho uso no son avaladas por la Real Academia Española (RAE), uno de estos casos es el de la palabra “anime” que aunque es usada en muchos países hispanohablantes, todavía no es considerada una palabra de nuestra lengua.
Esa inquietud me llevó a la página web de la academia, y manifestarles la misma en una misiva; mi desconfianza me llevó a pensar que ni siquiera la leerían, para mi sorpresa que recibí respuesta en un lapso de dos días. En el correo me respondieron textualmente: “Las obras de la RAE no recogen de momento ninguna recomendación sobre esta voz, pero en páginas de Internet escritas en español se puede comprobar su enorme difusión con las dos grafías, anime y animé, para aludir a los productos de animación japoneses. Parece que en japonés se emplea animeshon, transcripción del inglés animation, para denominar los dibujos animados en general, y que anime es la abreviación de este término, que también toma la forma aguda animé por influencia de la expresión francesa dessin animé (dibujo animado).
Hay ya una decena de textos de anime en nuestros bancos de datos y algunos menos de la forma aguda. No figura en otros diccionarios generales consultados”. Lo que en pocas palabras significaba que al ser una palabra extranjera, ésta no llevaba tilde. Esa fue una de las razones que me motivó a llevar a cabo la investigación sobre el mundo anime.
La llamada del día
Parece un día normal, un día de descanso, un día básico para un universitario, sí, es sábado, no estoy agotado porque ayer no trasnoche, empieza como cualquier día, abriendo los ojos, verifico si mi celular no tiene nada que haya recibido en la madrugada, sólo hay una llamada perdida a eso de las 9:00 am. Me levanto, desayuno y me cepillo, luego devuelvo la llamada al amigo que me llamó, es Esteban Campo otro joven universitario, que incluso estudia en la misma universidad a la que asisto, él se declara un fanático del anime, pero no fue siempre así, ya que antes consideraba a la gente adicta por estos dibujos como gente extraña, gente sin vida social. Fue hasta que descubrió una serie lo que le hizo cambiar su visión de los fans y su “culto de adoración”; Las series que ha visto no se pueden contar en todos nuestros dedos. Considera el anime como el octavo arte, ya que en las series que ha visto, ha encontrado mejores historias que en muchos libros, que en muchas películas. Es él el que me invita a la convención de anime que se realiza en la ciudad de Cali cada mes. Al no tener ningún otro mejor plan para hacer en éste día de descanso, accedo sin complicación, antes de terminar nuestra conversación me lanza una información un poco cómica pero así mismo interesante, y es que unos amigos en común los cuales no gustan del anime, quieren ir para conocer ese dichoso “mundo”.Hacia rutas salvajes
Nos quedamos de encontrar en la casa de Esteban a eso de las 2:00 de la tarde, el evento empieza a la misma hora, pero por experiencia siempre es bueno llegar una hora después.A las 2:15 llega Iván Montealegre, él no es fanático del anime, considera a la gente que mira dichas series como personas inmaduras, en busca de una identidad social y cultural, las únicas series que ha visto en su vida son las que la mayoría de jóvenes vieron en su niñez como Dragon Ball Z, InuYasha y Pokémon.
Se une en nuestra travesía tal vez por los mismos motivos a los que yo me uní: no hay nada más que hacer en ese caluroso sábado en la tarde, además, que a lo mejor siente curiosidad por conocer el dichoso festival.
De la casa de Campo salimos a coger el Mio, de la estación Manzana del Saber a la de Santa Librada tarda entre 3 y 5 minutos, es en esa estación donde esperan otros dos personajes de estas travesía, ellos son Camilo Melo y Luis Vacaflor, el primero ve anime, pero no de una manera constante, las primeras series que vio fueron las mismas de los jóvenes en edades infantiles, en estos momentos sigue una serie de una manera asidua, y ve otras series normalmente recomendadas por su compañero de colegio, Esteban.
Es la primera vez que asiste a una convención de anime, su miedo de expresar su cariño por el anime se debe a que teme que lo estereotipen, ha sido por eso que nunca ha asistido a una reunión de estas, aunque siempre ha tenido ganas.
El segundo es tal vez una de las personas más despectivas que conozco acerca de sus apreciaciones sobre el anime, Luis Vacaflor lo asocia con el hentai (pervertido/perversión), siendo éste ultimo sólo una de las tantas ramas que tiene. Aunque lo critica porque le parece que aísla a las personas y las vuelve introvertidas, tiene una serie de culto en este mundo del dibujo japonés, ésta es Pokémon, que aunque no ve la serie aparte de la primera temporada, la que la mayoría de los jóvenes vieron junto con Dragon Ball Z, hasta estas alturas sigue jugando los juegos de Pokémon para las consolas portátiles que saca Nintendo, alega que el juego es diferente porque enseña a ser mas estratégico y otras disculpas, que no vale la pena mencionar.
El recorrido sigue, somos cinco personas, cinco hombres en un sábado caluroso de “desparche” salimos de la estación para coger un taxi y llegar a nuestro destino en el centro de la ciudad, el ambiente es apestoso, recicladores a lado y lado. Paramos un taxi, cuatro se montan atrás, otro adelante, el aspecto del taxista es similar a la de los recicladores dejados atrás, mal oliente, con los ojos cansados, sucio, perdido en su propio mundo de taxi destartalado que maneja quién sabe desde que horas, seguramente mis compañeros asocian su imagen con la misma de los seguidores del peculiar arte; se le dice que nos lleve al Centro Cultural Comfandi, el trafico no nos ayuda, jamás pensé que un sábado en la tarde, un día de “descanso” una manada de carros estáticos nos dificultaría esta ruta hacia lo salvaje.
Explorando nuevos mundos
Después de 30 minutos en esa “lonchera” amarilla llegamos a nuestro destino, el Centro Cultural Comfandi, ubicado en la Clle 8 No. 6-23 de la ciudad de Cali, a sólo dos cuadras de la plazoleta de San Francisco y la gobernación, la religión y la política, dos entidades que han existido desde los inicios de la civilización, nunca se hubieran imaginado estar tan cerca de jóvenes disfrazados de seres tan extraños, sacados de las imaginaciones más perversas o más geniales; el anime algo tan distante de nuestra cultura, pero a la misma vez tan cercano, aglutina desde los temas mencionados antes, hasta los sociales y los más interpersonales que siempre están a nuestro alrededor.
Adentro se puede sentir o por qué no vivir lo que sintieron y vivieron los conquistadores al llegar al nuevo mundo, un desfile de personas sacadas de fabulas latinoamericanas, crónicas coloniales y hasta demonios bíblicos.
Adentro se puede sentir o por qué no vivir lo que sintieron y vivieron los conquistadores al llegar al nuevo mundo, un desfile de personas sacadas de fabulas latinoamericanas, crónicas coloniales y hasta demonios bíblicos.
De puertas para afuera se escucha la salsa que caracteriza a Cali, pero de puertas para adentro se escucha el rock japonés que caracteriza este evento.
Son dos pisos en ese Centro Cultural Comfandi, ahora ya entiendo porque en la página del establecimiento dice que el lugar brinda un espacio para la promoción de las manifestaciones artísticas, esos dos pisos con sus personas se vuelven una galería de arte ambulante.
En el primer piso, se encuentran diferentes stands de ventas de artículos de anime, además de estar el auditorio donde tocan diferentes bandas, hay karaoke para canciones características de las serie, entre otras cosas.
Al entrar al segundo piso se divide en dos alas, derecha e izquierda, la derecha es un área para el merchandising del dibujo japonés y a la izquierda están las diferentes salas donde se hablan diferentes temas con respecto al anime.
Un último personaje se une a nosotros, éste no es un conquistador, sin duda él es un aborigen de estas tierras, su nombre es Alexander Vélez, no sé quién ha visto más series, si Esteban o él, pero sin duda Alex es el que ha más convenciones ha ido, el va porque allá se siente en lo suyo, allá se siente con los suyos, aparte que es un jugador empedernido de cartas Yu-Gi-Oh! Jugando este juego ha conocido grandes amigos y amigas, hasta una novia dice él, su fascinación por este mundo empezó desde que veía Yu-Gi-Oh! La serie. En sus palabras expresa que el anime le ha abierto puertas, ya que se considera una persona tímida, pero el asistir a estas convenciones le ha hecho perder el miedo a socializar.
No cabe duda que en este lugar el significado de “alma gemela” cambia, todos comparten el mismo gusto, todos sin conocerse hablan sobre sus series como si se conocieran desde muchas vidas antes, hay una sala donde bailan y mantiene llena, nadie es tímido, nadie es retraído.
“ShinAnime” lleva diez años, lo que empezó como un cine club de animación japonesa, que luego pasó a un evento de gran magnitud una vez al años, luego dos veces al años hasta llegar a una vez al mes, dice su promotor Sue Hayato se ha convertido en un evento unificador, un espacio donde los jóvenes de toda clase social se reúnen y se olvidan de todos los problemas que tiene la ciudad y ellos, para pasar un buen rato con la animación japonesa.
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