Resulta clásico referirse a los tres elementos que componen la noticia escrita: entrada, cuerpo y cierre. Seamos igualmente clásicos para abordar ahora la noticia radiofónica.
En prensa escrita, la mayoría de las noticias llevan un titular. Los manuales enseñan que el mejor titular será aquel que mejor sintetice la información. En muy pocas palabras hay que dar a conocer la esencia, el meollo de lo ocurrido. Según su contenido, se destacará el qué (El pueblo de Cochamaba gana la Guerra del Agua), el quién (Fotógrafo argentino asesinado), el cuándo o el dónde (Mañana pagarán bono navideño). Aunque los estilos cambian según el tipo de periódico, desde el más sobrio hasta el más sensacionalista, la función del titular siempre es la misma: enunciar el contenido de la nota.
Muy distinta es la función del titular radiofónico. En realidad, más que de título, en radio deberíamos hablar de encabezamiento atractivo, expresión gancho, golpe de efecto, anzuelo. La primera frase de la noticia radiofónica busca captar la atención del oyente. Por ejemplo, la anterior información sobre la revuelta popular del pueblo cochabambino contra la empresa norteamericana que privatizó el agua en abril del 2000 podría entrar con un EFECTO DE CHORRO DE AGUA y un irónico: ¡Good bye, Bechtel Corporation!
Veamos diferentes clases de entrada a la nota radiofónica:
Con una interrogación: ¿A cuánto se venden los niños en la República Dominicana?
Con una admiración: ¡Sube y sube más el ya subido precio de la gasolina!
Con una frase ingeniosa: El machismo hay que cortarlo de raíz, parece haber dicho la ecuatoriana Lorena Bobbitt, cuando tomó un cuchillo de cocina…
Con una cita directa: La bola cayó en el jardín de la Casa Blanca, dijo el presidente venezolano Hugo Chávez al ganar el referéndum revocatorio…
Con una cita célebre: Y los sueños, sueños son, como decía Calderón de la Barca, y como ahora repiten los campesinos del Movimento Dos Sem
Terra. Curitiba, Brasil…
Con un refrán: Quien mal anda, mal acaba. Ciudad de México. El conocido narcotraficante García Ábrego, jefe del cártel del Golfo, fue apresado ayer…Otra posibilidad es voltear refranes conocidos: Donde manda capitán, no manda Carlos Menem. Santiago de Chile. El ex presidente argentino, responsable de la catástrofe económica de su país es requerido por la justicia…
Con una descripción: Casas de cartón, polvo y viento, sin agua, sin luz, sin dispensario médico, tal vez sin esperanza. En el barrio Acahualinca, junto al lago de Managua…
Con una narración: Fue a la comisaría a poner la denuncia. Al entrar, ella no imaginaba encontrarse con el mismo rostro que vio la noche anterior, pero ahora con gorra de policía…
Con un retrato: Julián Viteri, 24 años, graduado en derecho por la Universidad Central, desempleado, conduce un taxi amarillo por las amplias avenidas de Buenos Aires…
Con un puente entre los locutores: Nos trasladamos del sertao de Brasil a las alturas de la ciudad de La Paz… Nuevos impuestos al gas de cocina y
también nuevos precios al transporte público…
Con frases de urgencia periodística: Interrumpimos nuestro espacio para un despacho de último minuto…Conexión inmediata con nuestro corresponsal en… Nos llega un cable con una sorprendente información desde… En la pantalla del computador estamos viendo la multitudinaria Marcha por la Paz en Porto Alegre… ¿Qué pasa en las calles de Gonaives? ¡Adelante móvil!…
Con un efecto de sonido: La nota puede encabezarse con cualquier ruido referido a la información que se va a tratar, con tal que sea bien identificable. Un efecto bien seleccionado abrillanta la entrada más simplona. Por ejemplo: Más aviones para Honduras. Si la reforzamos con ruidos de aviones aterrizando, llamará la atención del oyente.
Con una música descriptiva: También podemos abrir la nota con una cortina típica de la región donde suceden los hechos o unos acordes del himno nacional de dicho país.
En fin, hay muchísimas formas no convencionales para iniciar una nota radiofónica. Todas valen. Usar unas u otras depende de los contenidos informativos. O de la inspiración que tenga el redactor en el momento. También es válido el titular clásico (Mañana se inician las clases). Y también podemos comenzar algunas informaciones menos importantes sin ningún encabezamiento especial, sin pretender originalidad en todas y cada una de las notas del boletín o del noticiero.
Lo fundamental es la variedad. Si se trata, como dijimos, de captar la atención de un oyente fácilmente distraído, el abuso de cualquier forma de entrada, incluso de las más sobresaltantes, provocará desinterés en la audiencia, la misma apatía de los pastores del cuento cuando el bromista los alarmaba con lobos inexistentes. ¿Quiere autoevaluarse? Después de un par de semanas redactando notas, tome un lápiz y póngase a contar el tipo de entradas empleadas. ¿Cuántas veces abrió la nota con una pregunta, cuántas con una frase ingeniosa, con un refrán o una cita? Vaya sumando. Si todas sus entradas son narrativas, aburrirá. Si todas son con efectos de sonido, aburrirá. Si todas son de corte clásico, pida sitio en un museo.
El cuerpo
Lo que propiamente se conoce como entrada en el periodismo escrito no son los titulares que acabamos de ver, sino el famoso lead. Se trata del primer párrafo de la nota, el párrafo líder, donde deben quedar respondidas las igualmente famosas cinco preguntas (qué, quién, cuándo, dónde y por qué). Los detalles, el cómo, pueden desarrollarse en los siguientes párrafos, que constituyen el cuerpo de la nota, y que se redactarán en orden decreciente, según la norma universal de la pirámide invertida.
Más allá del pragmatismo de su origen —las rondas telegráficas—, la técnica del lead y de la pirámide invertida resultan muy útiles para el lector de un periódico. Usted está desayunando con la habitual prisa antes de salir a la oficina. Da un vistazo a los titulares, se detiene en aquel que le interesa. En el primer párrafo, concentrada como un cubito de sopa, encuentra lo esencial de la información, un resumen de lo que trata. Si no tiene tiempo o ganas, pasa a otra columna, a otro lead. Si alguna noticia realmente capta su atención, la lee completa. Con el periódico, usted va armando su propio noticiero, usted elige, salta de página, adelanta o retrocede, vuelve a leer un texto que no entendió.
Nada de esto podemos hacer en radio. El oyente no puede apremiar al locutor para que abandone una noticia y lea la siguiente. Por esta simple razón, en radio no tiene ningún sentido el empleo de leads ni pirámides.
La tortuga no tiene saliva. Para asimilar sus alimentos, necesita meterse al agua y ahí, poco a poco, los va masticando. El oyente de radio se le parece: no puede tragar la información si ésta viene muy seca, si le quieren embutir el oído con muchos datos, con los cinco componentes del hecho noticioso en un solo párrafo. El oyente necesita de líquidos para ir digiriendo la información, para ir comprendiendo lo que escucha. El contenido denso del lead escrito se irá dando, en radio, a lo largo de todos los párrafos que forman la nota.
Tal vez la mejor referencia para explicar cómo debe desarrollarse el cuerpo de la nota radiofónica es la manera de dar las noticias en nuestra vida cotidiana. Estamos esperando el bus y un ratero se precipita sobre nosotros y nos roba la cartera sin que valgan gritos ni forcejeos. Llegamos a casa furiosos y urgidos por compartir con la familia lo ocurrido. ¿Cómo hacemos? Comenzamos por lo fundamental: ¡Me robaron, un hijuepuerca me llevó la cartera con todo el sueldo! Luego van saliendo los detalles, mezclando el orden lógico con el cronológico. Unos se van enlazando con otros, repetimos que el ladrón era un muchacho blanco, con barba y casaca de cuero, confirmamos la hora del robo y la parada del bus donde estábamos, vamos explicando cómo sucedieron los hechos. Todos los elementos son igualmente importantes, si están bien contados. No nos preocupamos de ir de más o menos —como en la nota escrita— ni de menos a más —como en la crónica o los formatos dramáticos—, sino de mantener una intensidad constante según avanza el relato. Así será el cuerpo de la nota radiofónica, todo llamativo. Como cuando uno desliza la vista por un cuerpo hermoso, bien proporcionado, de la cabeza a los pies.
El cierre
Vamos a los pies. Al cierre de la nota. La mayoría de las noticias no tienen cierre, simplemente terminan. En muchos casos, ésta puede ser la mejor solución, dado que la entrada de la siguiente nota despertará nuevamente el apetito informativo del radioescucha.
Algunas noticias, las principales o las más pintorescas, sí pueden adornarse con alguna frase de cierre. Los mismos recursos que inventariamos para las entradas valen también para las salidas: la cita de un testigo, un refrán adecuado, un elemento descriptivo, un dato humorístico, un detalle ingenioso.
El cierre es particularmente útil para darle algo de contexto a las notas simples. Entiéndase bien: no es cuestión de rematar con una de esas mal llamadas preguntas educativas (¿no les parece que todo delito debe ser castigado?) ni tampoco de contrabandear nuestra opinión. Como ya explicamos, nada ayuda más a comprender una información que adosarle otros elementos que no se dicen, que se ocultan o se han olvidado. Esos datos, situados brevemente al cierre, permiten ver el trasfondo de la noticia. Por ejemplo, ocurre un accidente de tráfico en una ruta abandonada. Puedo relatar el hecho, así sin más. Puedo también dar elementos para que el oyente comprenda mejor la situación. La nota cambiará bastante si añado esta coletilla al cierre: Desde hace cinco años, el gobierno no ha invertido un peso en arreglar las carreteras del país.
En la información internacional, se hacen más necesarios estos datos interpretativos. Por ejemplo, el General Noriega fue capturado por los marines norteamericanos y acusado de tráfico de drogas. Curiosamente, el General Noriega trabajó como agente de la CIA durante más de 20 años. El Papa predicó sobre los derechos humanos en su última visita a Haití. Sin embargo, el Vaticano fue el único estado que apoyó el golpe de Raoul Cedrás contra Aristide en septiembre de 1991. Los hechos hablan por sí mismos. Sobran los comentarios.
A propósito de esto, Benedetti cuenta un caso ilustrativo. El 6 de agosto de 1985 se cumplieron 40 años del ataque atómico a Hiroshima. El entonces alcalde de la ciudad pronunció un discurso muy emotivo en memoria de las 60 mil personas que perdieron la vida y las 100 mil que quedaron mortalmente heridas en los primeros segundos de la explosión. Como sus antecesores, no mencionó ni una sola vez a los Estados Unidos, ni a Truman, autor intelectual del genocidio. ¿Será que Hiroshima se puso inadvertidamente debajo de una bomba casual? En esa constante falta de contexto, no resulta sorprendente un hecho que raya con el absurdo: semanas antes del aniversario, se llevó a cabo una encuesta entre los escolares japoneses. La pregunta era: ¿quién arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima? La gran mayoría de los niños respondió: los rusos.
Contextuar, muchas veces, es recordar. Basta una línea al cierre, una frase que traiga a colación otros hechos del pasado que iluminan los del presente. Una frase dicha antes y contradicha después. Una promesa no cumplida. Un acto de corrupción cometido por quien ahora aparece como santo. Una estadística que desmiente la bella retórica. Un suceso aparentemente desconectado que explica los móviles secretos de tal decisión. El periodista se convierte, así, en un relacionador de hechos, administrador de la memoria colectiva, el que periódicamente recuerda lo que pasó y presiente lo que va a pasar. Esto supone un archivo actualizado, funcional, para que el equipo de prensa sepa dónde encontrar rápidamente esos datos reveladores que serán colocados junto a los de la actualidad y darán una nueva dimensión a la noticia. Contextuar es comparar. Y dejar que el oyente concluya.
lunes, 19 de julio de 2010
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Añadir Comentarioammm..pz bueno no es k decir de mi perte kreeo k estoy soñando kreeo k es todis jhejhjehjeh :d:d
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