Es una linda mujer de 16 años, que a su corta edad ha logrado el reconocimiento y la disciplina que se necesita para triunfar en cualquier carrera que se emprenda en la vida; desde muy pequeña Isabella Arcila Hurtado selló su compromiso con la natación hasta llegar a un club del mismo deporte en donde le dijeron que compitiera. Desde ese momento y hace ya 8 años, “Isa” como la llaman de cariño, se ha convertido en una pupila del agua, una mujer que enfrenta el cubo, al cual entra con el frio de la madrugada y del cual sale con el sol que en las tardes calienta la ciudad.
No es fácil estar más de 6 horas diarias en el agua, pero tampoco es fácil ser Isabella Arcila (Primera nadadora colombiana en pasar a la final en los primeros Juegos Olímpicos Juveniles en Singapur) que aunque ha tenido tropiezos en su trayectoria, tiene un objetivo y es ser la mejor, pero para lograrlo ella sabe que hay que ceñirse a un entrenamiento muy riguroso y estricto el cual le exige tiempo y disciplina.
El día para Isa comienza muy temprano, tanto que la luna todavía se vislumbra y el frío de la madrugada eriza sus bellos que no se acostumbran al ambiente de las 4 de la mañana, hora en la que llega a la Escuela Nacional del Deporte, acompañada de su madre, ese ser indispensable en el sendero de Isabella; junto a ella, su hermana, una copia física de Isa la cual también practica este deporte.
“Es hora de entrar”, dice el entrenador, mientras ella con su amuleto ceñido al cuerpo (vestido de baño) blanco con flores diminutas de colores, mira la piscina y se acerca a la orilla, ya algunos de sus compañeros están dentro de aquella superficie de cuatro paredes cubiertas de agua. Se estira un poco, por si no se está despierta todavía y salta a la piscina con un gorro en la mano, que segundos más tarde utiliza para cubrirse su rubio y largo cabello. Ya dentro del agua, Isa luce como una sirena, boca abajo estira sus manos para impulsarse y patalean sus pies como un ventilador que diese motor a un cuerpo joven entre el agua transparente.
Así, transcurren los minutos y las horas, viendo el amanecer de una ciudad que no duerme, escuchando poco a poco el despertar de los huéspedes de Cali, que encienden sus vehículos para hacer parte del bullicio de una mañana sobre la calle novena. Cuando Isa entra al medio acuático, solo escucha los sonidos de aquellos insectos que habitan en superficies verdes cerca a la piscina o las voces de sus compañeros y entrenador dando algunas instrucciones, pero cuando pasa sus manos por su rostro después de nadar por más de 2 horas, el frío se ha aislado, dándole paso a unos rayos de sol que a las 7 de la mañana son usuales ver en la capital deportiva de Colombia y ya el ruido natural es reemplazado por el trajín de los buses, los pitos, al igual que por los pasos y voces de quienes estudian en la Escuela Nacional del Deporte.
Ese es el indicativo para ella de que el entreno ha terminado, y es hora de compartir un rato con sus compañeros de agua, no es mucho, porque cada uno realiza diversas actividades las cuales empiezan a tener ritmo y espacio con el trascurrir del día. Mientras que Isa solo se alista para volver a casa después de su primer entreno del día.
Como de costumbre, su madre la recoge junto a su hermana mayor. De regreso a casa ella solo piensa en desayunar y volver a la cama, retornar a ese sueño interrumpido por la dedicación y el esfuerzo que necesita para su preparación como deportista pues en diciembre espera por ella el Mundial de Piscina de 25 metros en Dubai, con el que quiere cerrar el año bañada en oro.
Isabella ya terminó sus estudios de secundaria, por eso sus jornadas diarias transcurren de su casa al lugar de entrenamiento y aunque la rutina es menos pesada para ella por la omisión de clases, asume su ejercicio y práctica la natación con mucho más esmero, ya que este deporte le ha dejado mucha satisfacción y la ha ayudado a crecer de manera personal y profesional.
De sus padres ha heredado la pasión por el deporte, su madre doña Martha, practicó la natación cuando pequeña y su padre Juan Carlos, amante de montar bicicleta, entre otros deportes; Isa escogió la natación, esa que la hace soñar, por la que ha viajado, aquella que le ha permitido conocer personas, lugares y escenarios deportivos en los cuales deseo estar, así como campeonatos o participaciones a nivel nacional e internacional que la hacen aferrarse y sumergirse cada vez más en ese cerrado océano.
Es hora de almuerzo y doña Martha despierta a Isa para su alimentación, la cual no se basa en dietas, pero sí en comidas muy balanceadas y saludables, bajas en grasas y embutidos, las cuales le ayudan para su estado físico y hacen más fácil el ejercicio en los entrenamientos. Después del medio día Isa descansa un poco viendo algo de entretenimiento en la televisión.
Ya son las 3 de la tarde y la película parece retornar, su madre la lleva de nuevo a la Escuela del Deporte, solo que no está oscuro y no hace frÍo, por el contrario, el cielo está despejado y el calor hace que la motivación de esta joven por entrar al cubo sea mayor, pero antes debe ejercitarse en el gimnasio haciendo trabajo de fuerza, reacción y potencia, para luego entrar al agua y perfeccionar cada aspecto técnico, como las vueltas, las salidas, ya que Isa es especialista en espalda y libre en velocidad. A esa hora se hacen 8.000 metros de entreno fuerte y cuando el tráfico está menos pesado en la ciudad tipo 7:30 de la noche, se sale del agua, alista su carga, su madre de nuevo espera por ella, retorna a casa, come y cansada por un día más agotador va a su dormitorio porque al día siguiente la misma historia se repetirá.
Con la práctica diaria que tiene Isabella, 5 días de la semana, dentro de una piscina, no es posible pensar que un domingo lo dedique a ella, menos por el bronceado que adquiere diario y afirma que ese plan no es su preferido para el fin de semana; este tiempo lo invierte en su familia con la cual no se comparte en semana por las actividades individuales que realizan, pero por tradición almuerzan los domingos juntos; también utiliza ese espacio dominguero para cuidarse, descansar para no estar cansada para los entrenos, eso sí, salidas temprano, suprimir el licor y escapar del cigarrillo, son reglas fieles para Isa. Pero cuando no hay torneos, ese periodo se aprovecha saliendo los fines de semana, y no es para menos con una intensidad de entreno que hasta por esos días baja de ritmo.
Como en toda disciplina y así no se practique alguna, se tiene un ídolo al cual se admire por sus logros y ese no puede ser otro que el mejor nadador de la historia, Michael Phelps, ese chico de admirar entre quienes recorren el sendero acuático como Isa, quien ve en él un modelo a seguir.
Sus anhelos siguen flotando en aquella agua en la cual se sumerge a diario, la beca por la cual aguarda es una puerta que espera se abra para proyectarse como deportista y como profesional, porque esta chica quiere ser toda una maestra en los negocios, que como buena hija sigue el legado de su padre, el cual tiene una empresa de cocinas integrales y la cual ella visibiliza en el exterior. Aunque su mayor deseo es ir a una olimpiada para la cual le restan dos años, en los cuáles exigirá y dará lo mejor de ella para lograr estar presente en Brasil.
Esta mujer ha encontrado en sus logros el motor que la impulsa a perseguir cada día sus visiones, la voluntad y las ganas de alcanzar lo que se quiere mediante el deporte que ha logrado posicionarla, proyectarla, así no se acostumbre a levantarse a las 3:30 de la mañana a meterse a una piscina, así la aburra la monotonía, así se canse de ver la superficie del cubo en el que mantiene y así no se acople a aquellos vestidos de baño incómodos para las competencias, los cuales duran 20 minutos en ponerse, Isabella, tiene claro que las medallas de oro son un premio y que su dedicación y sacrificio serán logros para aquellas victorias alcanzadas.
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