lunes, 24 de octubre de 2011

El mejor "Sanduich"

De aproximadamente 1,80 de estatura, con una pañoleta que cubre su rapada cabeza, un delantal de cocina y una voz con tono muy amable, Mauricio Reyes Patria un publicista de profesión, vende sánduches en la estación del MIO de universidades.

Mauro, como le dicen sus amigos, es un Bogotano de 48 años, egresado de Publicidad y Mercadeo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en el año de 1986. Llegó a la ciudad de Cali a trabajar en  la comercializadora de alimentos Lácteos la favorita en el área de mercadeo. Este puesto le implicaba viajar varias veces al mes por el país promocionando los productos de la fábrica, pero bien remunerado. Compró dos carros y pidió préstamo en el banco para comprar un apartamento.


En 2007 con la crisis económica que sufría el país y al auge de las tan conocidas pirámides, después de estar siete años trabajando en la misma empresa quedó desempleado, sin ningún apoyo económico, con grandes deudas y una familia que sostener.

Vender su apartamento recién comprado, cambiar a su hijo de colegio y rebuscar en sus bolsillos para poder comer algo en el día, fueron algunas de las situaciones por las que Mauricio y su familia tuvieron que pasar.  Sin embargo no hubo una expresión de inconformidad o rechazo por parte de su esposa e hijo, por el contrario María José Rueda (su esposa) una mujer positiva, como ella misma se define, estaba a su lado  dando ideas para superar la crisis.

María José desde que llegó a Cali no había tenido la necesidad de trabajar, pero con esta crisis comenzó a hacerlo como profesora en un colegio de la arquidiócesis. Mientras tanto debido a la imposibilidad de conseguir trabajo, Mauricio se quedaba en la casa cuidando de su hijo y haciendo los quehaceres, pues se sentía muy mal al ver que era su esposa quien trabajaba y no él. Ella queriendo evitar que a él le diera una depresión por la situación, creaba planes familiares de ir a un parque o salir a caminar, hasta le enseñó a pintar madera. Esta nueva habilidad Mauricio la aprovecho y vendió bateas.

Al ver lo mal pagado que era su trabajo como profesional y que en algunas empresas lo tildaban de viejo, Mauricio decidió hacer de su hobbie (cocinar) algo que le diera dinero, entonces comenzó a vender lasagnas, y almuerzos los fines de semana para tener un dinero extra. Después vendió sánduches gourmet en su carro por los barrios de El ingenio y Ciudad Jardín al sur de la ciudad. Era constantemente incomodado por la policía pues no estaba permitido vender en ese lugar, con la poca rentabilidad de este negocio y la venta de su carro decidió no vender más esos sánduches.

Durante su carrera en la universidad, Mauricio creó una marca llamada Sandwich Station y hace dos años esto lo inspiro a sacar una nueva línea de sánduches a la que llamo Sánduches espaciales (nombrados así por la manera en que son empacados). Para que ésta vez la idea  fuera exitosa aplico algo del conocimiento adquirido en la universidad e hizo un estudio de mercado, creo unidad de marca e incorporó referencias por colores dependiendo del sabor del sánduche. Además de esta motivación, él escogió vender este producto pues no contaba con el dinero para comprar algo como un carro de perros y es algo práctico de llevar.



Comenzó vendiendo sus sánduches espaciales caminando calles de la ciudad como centro y el barrio Tequendama. La llegada del MIO lo benefició pues pudo establecer un “lugar de trabajo” que además de práctico le queda cerca a su casa en el barrio San Joaquín. Tiene tres puntos de venta Universidades (donde él atiende), Pampalinda y La buitrera.

 Tiene cuatro tipos de sánduches: Cordero, roast beef, jamón de pechuga ahumada y lechoncito. Pero antes de tenerlos hechos para salir a venderlos, Mauricio se despierta a las 4:40 de la mañana para “despachar” a su hijo de 12 años para su colegio, Claret, a las 5:30 lo acompaña a esperar el MIO (no pertenece a ruta del colegio desde la crisis). Mientras el sol sigue saliendo por el Oriente, Mauricio se encargar de organizar la casa (barre, trapea, aspira, sacude). Más entrada la mañana va a Makro a comprar los ingredientes que necesita para hacer diariamente sus sánduches (que además tienen queso doble crema y mantequilla ) y las salsas que tanto lo identifican y diferencian de los demás. A las 10 am están listos los primeros productos para ser vendidos en los puntos que  abren desde la mañana. En lo que queda de la mañana sigue haciendo sanduches y salsas. Al medio día recibe a su hijo del colegio y a las 4pm sale de su casa hasta la estación Universidades llevando un poco más de ochenta sánduches (Cada uno a $3.000) y diez tipos de salsas diferentes (entre las que hay agridulces, picantes, cítricas y tradicionales) en un práctico carro .

El proceso de adaptación y cambio de vida no fue fácil, al comienzo María José quedaba muy preocupada de imaginarse a su profesional esposo vendiendo en la calle, sufría porque algún conocido lo viera y le dijera palabras de burla. A él le temblaban las piernas y no le salía la voz y su hijo que en esa entonces tenía ocho años era el blanco de las mofas de los compañeros del colegio. Fue de ésta etapa de aceptación de su nueva vida que surgió la idea de usar pañoleta y delantal, para él era como disfrazarse.

Afrontaron sus miedos, “ahí es donde uno se da cuenta la calidad de amigos y familia que tiene” dice su esposa al recodar el apoyo recibido por ellos. Ella define a su esposo como un hombre comprensivo, amoroso, caballeroso, llorón, trabajador, sensible, honesto, familiar, consentidor “Si por él fuera me tendría en una cajita de cristal” y excelente padre (juega con su hijo cada vez que puede)

Mauricio hoy se ve como un hombre diferente más feliz y mejor persona, que cuando debería estar pensando en una jubilación empieza una nueva vida. Su trabajo lo llevó a arriesgarse a hacer algo que no pensaba jamás, a ser perseguido por espacio público y la policía, depender del clima y flujo de gente, pero aún así vive agradecido con el pues logró saldar sus deudas y superar la crisis.

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  1. PodcasterJuan José dijo... 24 de octubre de 2011, 3:15

    muy bella historia

  2. Johanna Perez dijo... 3 de noviembre de 2011, 15:31

    Es una realidad que esta latente esperando a cualquier persona, el señor Mauricio es un ejemplo de vida, sin importar las condiciones pudo salir adelante con su familia y superar la crisis económica que tenían, en aquellos momentos en donde se ve quienes realmente lo apoyan, me encanto este articulo una historia conmovedora pero a la vez motivadora, hay que ir y apoyar al señor Mauricio;hay que ir a comer “Sanduich” =)

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